Como ha demostrado Alex Comfort en su libro Authority and Delinquency in the Modern State, la ambición de poder y la delincuencia están estrechamente relacionadas.
“El factor principal que hace que una transgresión premeditada, constituya un acto de delincuencia es la afirmación implícita del derecho a comportarse sin tener en cuenta a los demás.
Puede hacerlo robando o asesinando y aceptar las consecuencias, o bien encontrando un lugar en la estructura social que le permita, dentro de ciertos límites, afirmar su derecho sin encontrar oposición.
Las oportunidades para practicar dicho tipo de delincuencia aceptada y aceptable suelen estar casi siempre dentro de la estructura de poder.”
“Existen estudios sobre la delincuencia entre aquellos cuyo trabajo consiste en hacer respetar la ley que vienen a decir que, hay determinados puestos como las fuerzas policiales y los puestos de funcionarios de prisiones que atraen a muchos caracteres aberrantes porque proporcionan los medios legales para infligir dolor y ejercer poder y porque esos mismos puestos, confieren a sus detentadores un amplio grado de inmunidad. Sin embargo, estos no son más que los ejemplos más llamativos, aquellos que no se pueden ocultar sutilmente tras la pantalla de los medios que el fin justifica.”
Por otra parte podemos decir que no es extraño conocer, “hombres y mujeres que por razón de su debilidad, se sienten y sintieron impelidos a dejar su huella sobre la sociedad “
Algunos ejemplos ilustrativos los tenemos en: Rousseau sufría paranoia, Napoleón tenía los órganos genitales parcialmente atrofiados, Alejandro Magno, Cesar y Blücher eran alcohólicos, que Calvino padecía de eczemas, de jaquecas y piedras en el riñón, que Bismarck era histérico, Lincoln depresivo y que Marat sufría artritis, diabetes y eczemas, y Hitler era histérico, paranoico y por encima de todo un artista fracasado.
También eran artistas fracasados: Goebbels (teatro, novela, poesía), Rosenberg (arquitectura y filosofía), Von Schirac (poesía), Funk (Música) y Streicher (pintura), casi todos eran fracasados, no ya según el criterio vulgar del éxito, sino según sus propios criterios artísticos.
Conclusión, las motivaciones privadas de los que ocupan o quieren ocupar posiciones de poder, motivaciones que ellos mismos pueden no conocer, son objeto digno de estudio.
La gente tiene la desafortunada tendencia a seleccionar aquellos puestos para los que objetivamente es menos idónea, y los puestos políticos se llevan la palma.
Por lo tanto, como estamos en períodos de elecciones, examine bien la oferta de candidatos, y si por casualidad se presenta algún artista fracasado, tenga usted mucho cuidado en votarle.
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